Si eres de los que piensa: “Sin ella no puedo vivir”, “lo necesito”, “quisiera dejarlo pero no puedo”, “sí, me hizo daño, pero no puedo continuar sin él”; probablemente tengas un fuerte apego por tu pareja. No existe cura para el mal de amor, no existe un remedio casero para sanar las heridas del corazón, y mucho menos existe una máquina que nos haga olvidar a esa persona que tal vez nos hizo mucho daño. Sin embargo, el cielo se despeja para aquellos que lo ven nublado: gracias a una serie de herramientas lograrás vencer esa dependencia emocional que no te deja ser feliz.

Depender de la persona que se ama es una manera de enterrarse en vida, un acto de automutilación psicológica donde el amor propio, el autorespeto y la esencia de uno mismo son ofrendados y regalados irracionalmente”, Walter Riso

Amar sin apegos es amar de manera independiente: sin posesión, sin angustia, sin miedos, siendo uno mismo en cada pulsación y cada latido. Es querer al otro sin dejar de quererse uno mismo. Pero, el apego afectivo tiene sus límites y también existen momentos en los que es mejor retirarse. A continuación, te presentaremos tres situaciones, identifica la tuya:

Renuncia cuando ya no te quieran.

Aléjate cuando tu autorrealización se vea bloqueada. Huye cuando tus principios se afecten o vulneren.
Desapegarse es amar más y sufrir menos. El apego es la incapacidad de renunciar a la pareja cuando debe hacerse. Según Walter Riso, no en todos los casos donde exista dependencia debe haber separación. Existen métodos para tener un amor sin ataduras y en especial sin ese apego emocional que no nos permite encontrar la tranquilidad.

Puedes comenzar dedicándote más tiempo para ti, priorizando tus necesidades (sin ser egoísta), y entendiendo que ni tu pareja es de tu propiedad ni tú de ella.

Cuando existe apego afectivo, se genera una creencia irracional de que la unión con nuestra pareja es indispensable para alcanzar nuestra felicidad y nuestras metas.

#Ejealdia #Psicología
Fuente: Walter Riso